Heráldica


Amor Dei  Non Est Ociosus

(El amor de Dios no descansa).


El lema que se encuentra en la fachada de la Casa Palacio, ha sido elegido para la Cofradía, ya que perteneció al Cardenal García de Loaysa y Mendoza, quien fuera Arzobispo e Inquisidor General Español de la Orden de los Dominicos, nombrado Cardenal de la Iglesia Católica por el Papa Clemente VII, en el consistorio del 9 de marzo de 1530, además de Maestro General de la Orden de Predicadores.



Los emblemas de la Cofradía


EL ESCUDO JESÚS MEDINACELI DE HUERTA
Poco a poco la Cofradía ha ido consiguiendo identidad propia con los emblemas y escudos. Desde la Semana Santa de 2021, cuenta con un escudo propio que representa a su venerable imagen, de trazos simples, pero fácilmente reconocible.

Está basado en el emblema trinitario de la Cruz bicolor en el fondo, y sobre ella, el Cristograma culminado por la Cruz de Calatrava en el centro. A todo esto se superpone uno de los símbolos principales de la Pasión, que Jesús portó en el momento de la sentencia, la corona de espinas.


EL EMBLEMA DE LA COFRADÍA


El emblema que la Cofradía asume desde su fundación es la Cruz de la Orden Militar de Calatrava, que forma parte del escudo de Huerta de Valdecarábanos.

La Cofradía, desde la Semana Santa del año 2018, cuenta con un guion de la Hermandad realizado por los talleres "Bordados Antonio Alcaide", artista en bordados de Huerta de Valdecarábanos.


LA BANDERA DE LA COFRADÍA



Anverso y reverso de la bandera de la Cofradía.

En estas imágenes se muestra el costoso y laborioso proceso de bordado del emblema de la Cofradía realizado por el taller de "Bordados Antonio Alcaide" de Huerta de Valdecarábanos:









Orden Militar de Calatrava

De carácter meramente honorifico, la orden se ha mantenido hasta nuestros días y aún se mantiene activa. Sigue realizando sus “capítulos”, asambleas donde se reúnen sus miembros y toman las decisiones según sus estatutos. Pese a todo siguen manteniendo los fines confesionales de sus inicios como la alabanza a Dios y la defensa de la fe.


Su Historia

Fue la primera orden de caballería hispana. Una vez que el rey Alfonso “el Emperador”, libró la Villa de Calatrava, tuvo a bien dar la mezquita mayor al Arzobispo de Toledo, a fin de que la consagrase en Iglesia, y encomendó la defensa de la plaza, en 1.150 a los Caballeros Templarios. Eran estos por sus riquezas muy poderoso y por su esfuerzo y arrojo muy temidos. Pero una vez muerto el rey Alfonso VIII, los musulmanes pusieron todo su esfuerzo en la reconquista de Calatrava, y así Abad el Múmen se aprestó para forzar la línea del Guadiana. Tal potencia mostraron que Calatrava se tuvo por perdida y los Templarios rehusaron, juzgando lo más prudente abandonarla. 

Por tanto la Orden del Temple, devuelve la Villa-Fuerte de Calatrava al rey Sancho III. La situación se tornó gravísima, si se perdía Calatrava, la amenaza árabe se cernía sobre Toledo y, cuanto había reconquistado, el rey Alfonso VII, iba camino de perderse. El rey Sancho III proclamó que Calatrava le sería entregada en propiedad al que decidiera defenderla, convocando un Consejo entre sus nobles, en el que se hallaba D. Raimundo, Abad de Santa María de Fitero, y un monje, llamado Diego Velásquez, burgalés de la Bureva, hidalgo y noble, soldado del rey Alfonso VIII, y famoso por sus hazañas. 



Reliquias de San Raimundo de Fitero, fundador de la Orden de Calatrava
que se encuentran en el ochavo de la Catedral de Toledo.

A la vista del silencio con que los nobles acogieron la propuesta, el monje Velásquez, despertados sus sentidos bélicos, sacó aparte al Abad Raimundo y le instó, le rogó y acabó persuadiéndole a que pidiera Calatrava. Así lo hizo, lo que a muchos pareciera temeridad o locura. 

En la Villa de Almazán, el 1 de enero de 1.158, el rey Sancho III, hijo de Alfonso VII, firmó la carta de donación perpetua de la Villa y Fortaleza de Calatrava a la Orden del Cister, representada por el Abad D. Raimundo, y a todos sus monjes, para que la tuvieran para siempre jamás, y, con ayuda del Monarca la defendieran de los enemigos de Cristo. 

Confirmaron la donación el rey de Navarra, el mayordomo del soberano, el Potestad de Castilla, el Sr. de Logroño, el Primado de las Españas, varios Condes, magnates y prelados, entre ellos el de Sigüenza, Cerebruno, que pronto habría de ocupar la toledana silla. Más tarde Sancho III, donó a los freires de Calatrava, llamándoles ya por este nombre, el pago y aldea de Cirujales, en el término de Toledo, en señal de gratitud por haber tomado la defensa de Calatrava. Partieron el Abad D. Raimundo y su Capitán de Guerra D. Diego Velásquez, seguidos de una inmensa multitud de la cual muchos profesaban en le Orden Cisterciense. Los árabes, a la vista de tal multitud, desistieron y Calatrava pudo ser salvada. El Abad organizó un ejercito de más de veinte mil hombres que repartió por campos y aldeas. 

Constituida la Orden, el mayor nervio de sus fuerzas bélicas fue formado por numerosos caballeros que se acomodaron a las costumbres del Cister tanto como lo permitiese su oficio guerrero, uniendo la fatiga del soldado con la abstinencia del cenobita, las fervientes oraciones con el bravo empuje de la pelea.

El promotor principal de la Orden de Calatrava fue Fray Diego Velásquez. Una vez muerto, la división cundió, resistiéndose los caballeros a tener por superior a un Abad y a vivir mezclados con los monjes en vida contemplativa, por lo que decidieron elegir un Maestre de la Orden. Los monjes se retiraron a Ciruelos y los caballeros retuvieron a Ocaña convirtiéndose en milicia para elegir su caudillo.

Fue el primer Maestre de Calatrava D. García, según consta en documentos del 1.164. Consiguió del Cister y del Pontificado la primera regla y forma de vida para la Orden de Calatrava. Muerto, le sucedió D. Fernando Escaza, cuya vida transcurrió en constante guerrear. Fueron sucediéndose los Maestres y la Orden, convertida en formidable ejército, estuvo en ayuda de los reyes cristianos. Al rey de Castilla le acompañaron en la conquista de la ciudad de Cuenca.

La pujanza de la Orden, sufrió un tremendo revés, ante el arrojo del caudillo Almanzor, quién con un poderoso ejército tomo Calatrava La Vieja, y sus defensores fueron pasados a cuchillo. Con los últimos restos de la Orden, el Maestre D. Nuño Pérez atacó la fortaleza de Salvatierra, convirtiéndola en casa de la Orden en tanto no pudiera ser recobrada la villa de Calatrava.

Los Maestres se fueron sucediendo y convertida nuevamente en pujante ejército, tomó parte en la batalla de Las Navas de Tolosa, donde su Maestre D. Ruy, quedó tan mal herido en un brazo que no pudo volver a empuñar arma alguna.

En los años siguientes la Orden de Calatrava, fue reconquistando diversas fortalezas y villas lo que la hizo recobrar su antiguo esplendor, llegando su dominio desde Almadén hasta Toledo, y desde Argamasilla de Alba hasta Sierra Morena.

Emprendida la conquista de Andalucía por los reyes cristianos, los caballeros de la Orden formaron siempre la vanguardia, aumentando su poderío con las numerosas donaciones de villas y fortalezas.

En la villa de Salvatierra alzaron nuevo convento, Al que bautizaron con el nombre de Calatrava La Nueva, en recuerdo y memoria al baluarte del Guadiana. En los años siguientes, participan en las campañas de la Reconquista como fuerza de choque, tomando parte en la conquista de Baeza y el cerco y ocupación de Córdoba.

A tanto llegó el poder de esta Orden Militar, que los reyes entraron en recelo por lo que determinaron que la elección de Maestres lo sería por designación real.

El escudo de la Orden

Orden de Calatrava

1. García (1164)
2. Fernando Escaza (h. 1173-h. 1183)
3. Martín Pérez de Siones (h. 1183-h. 1198)
4. Nuño Pérez de Quiñones (h. 1198-1206 y 1209-1210 En Alcañiz)
5. Ruy Díaz (1206-1212)
6. Rodrigo García (1212-1214)
7. Martín Fernández de Quintana (h. 1214-1218)
8. Gonzalo Yánez (1219-h. 1237)
9. Martín Ruiz (1238-1240)
10. Gómez Manrique (1241-1243)
11. Fernando Ordóñez (h. 1243-1254)
12. Pedro Yánez (1254-h. 1267)
13. Juan González (1267-1284)
14. Ruy Pérez Ponce (1285-1296)
15. Diego López de Santsoles (1296-1297)
16. García López de Padilla (1298-1325 y 1329-1336 En Alcañiz)
17. Juan Núñez (1325-1355)
18. Diego García de Padilla (1355-1365)
19. Martín López de Córdoba (1365-1371)
20. Pedro Muñiz de Godoy (1365-1384)
21. Pedro Álvarez de Pereira (1385)
22. Gonzalo Núñez de Guzmán (1385-1405)
23. Enrique de Villena (1405-h. 1414)
24. Luis de Guzmán (1405-1443)
25. Fernando de Padilla (1443)
26. Alfonso de Aragón (1443-1455)
27. Pedro Girón (1445-1466)
28. Rodrigo Téllez Girón (1466-1482)
29. García López de Padilla (1482-1489)

En años posteriores, la Orden no solo combate sin tregua a los musulmanes, sino que se enfrenta a divisiones internas. Una muestra del favor que los Pontífices otorgaban a esta Orden lo prueba el hecho de que, disuelta la de los Templarios, todos los bienes que estos poseían le fueron entregados a la Orden de Calatrava.

Desde su origen, doscientos años atrás, los caballeros calatravos debajo de la túnica y como hábito de religión, llevaban un escapulario. El Maestre D. Gonzalo Núñez creyó que aquello no diferenciaba bastante a los caballeros de los seglares y obtuvo del Pontifica Benedicto XIII, que en su lugar ostentara una cruz colocada sobre las vestiduras, insignia que se pusieron todos pos primera vez el día de los Santos del año 1.397.

La Orden de Calatrava fue poderosa en tierras, villas, fortalezas, así como por el número de sus vasallos en sus posesiones esparcidas por toda España. En no pocas ocasiones intervino el la política nacional inclinándose según conviniera a sus intereses. Tal poder tenía, que hasta los Reyes Católicos, para aplacar la sed de riquezas del Comendador Fernán Gómez de Guzmán, desmembraron de la Corona la aldea de Fuenteovejuna en Córdoba para entregársela. Lo que sucedió, ya se sabe; el pueblo entero, harto de soportar sus abusos, acabó ahorcándole.

Pero los Reyes Católicos, no eran soberanos capaces de soportar otro poder que no fuera el emanado de la Corona, por lo que, siendo Maestre de la Orden D. Garci López de Padilla, determinaron que había llegado la hora de dar fin a la Orden de Calatrava, de modo que la misma quedaba incorporada a la Corona tan pronto como muriera su Maestre. Vino así a ser D. Garci López el último y es curioso señalar que fue el primero también un García.

De esta manera la sabia política de D. Fernando y Dª Isabel que hizo bajar de sus castillos a los señores feudales para someterles a su tutela, sacó a la Corona Real de la vergonzosa servidumbre en que todos la mantenían, no siendo los que menos los Maestres de la Orden de Calatrava, cuyo poder, ejércitos y riquezas les llevaban a estimarse soberanos independientes y rivales del único y verdadero jefe de la nación.



Orden  de la Santísima Trinidad


Juan de Mata
(Faucon, Provenza, Francia, h. 1150-Roma, Italia,
17 de diciembre de 1213)
fue un religioso francés, fundador,
junto con san Félix de Valois,
de la Orden Trinitaria.
La Orden de la Santísima Trinidad (Trinitarios) es una familia religiosa fundada por el francés Juan de Mata (1154-1213) con Regla propia, aprobada por Inocencio III el 17 de diciembre 1198 con la bula Operante divine dispositionis. Es la primera institución oficial en la Iglesia dedicada al servicio de la redención con las manos desarmadas, sin más armadura que la misericordia, y con la única intención de devolver la esperanza a los hermanos en la fe que sufrían bajo el yugo de la cautividad.

Con rasgos profundamente evangélicos, Juan de Mata funda un nuevo y original proyecto de vida religiosa en la Iglesia que conecta la Trinidad y la redención de cautivos: la orden es Orden de la Santísima Trinidad y de la redención de cautivos, las casas de la orden son casas de la Santa Trinidad para la redención de los cautivos, y los hermanos de Juan de Mata son hermanos de la Santa Trinidad y de la redención de cautivos. San Juan Bautista de la Concepción

La Regla escrita por Juan de Mata es el principio y fundamento de la Orden Trinitaria. Adaptada a través de ochocientos años por la tradición, y principalmente por el espíritu y la obra del Reformador Juan Bautista de la Concepción, se desarrolla en las Constituciones trinitarias aprobadas por la Santa Sede.
 
La tradición trinitaria considera a Felix de Valois cofundador de la Orden y compañero de Juan de Mata en el desierto de Cerfroid, en las cercanías de París. En Cerfroid se estableció la primera comunidad trinitaria y se la considera casa madre de toda la Orden.
 
La reforma de la Orden Trinitaria fue obra de san Juan Bautista de la Concepción (1561-1613). En Valdepeñas (Ciudad Real) se establece la primera comunidad de trinitarios descalzos. Con el breve Ad militantes Ecclesiae (1599) el papa Clemente VIII da validez eclesial a la Congregación de los hermanos reformados y descalzos de la Orden de la Santísima Trinidad, instituida para observar con todo su rigor la Regla de Juan de Mata. Juan Bautista de la Concepción fundó 18 conventos de religiosos y uno de religiosas de clausura. Vivió y transmitió un intenso espíritu de caridad, oración, recogimiento, humildad y penitencia, poniendo especial interés en mantener viva la entrega solidaria a los cautivos y a los pobres.
 

Los trinitarios y las cofradías

El rescate de cautivos y la atención a los más desfavorecidos, especialmente a través de los hospicios y hospitales, requerían grandes esfuerzos económicos por parte de la familia trinitaria. La aportación de la tercera parte de los bienes propios se hacía insuficiente.
 
Tanto Obispos como Papas divulgaron y fomentaron la obra de la Orden Trinitaria a través de sus cartas y encíclicas, en las cuales alentaban a los cristianos a realizar aportaciones con el fin de ayudar a los más desfavorecidos a través de los trinitarios para conseguir gracias divinas.
  
Santos de la Orden Trinitaria. San Luis en primer plano a la izquierda con la cruz en mano.

Además de hacer peticiones a los familiares de los moradores del convento y a sus empleados, los trinitarios se apoyaban en las cofradías para lograr los recursos necesarios a cambio de indulgencias parciales o totales, de elegir confesor y de poder ser sepultados en los cementerios conventuales.
 
Así, en torno a los conventos trinitarios se organizaron hermandades y cofradías con el propósito de realizar aportaciones económicas, bien de una sola vez a su ingreso en la misma, bien con cuotas mensuales, con la obligación de ayudar a la postulación y cobijar a los trinitarios transeúntes en su peregrinar.
 
Con el fin de dar propaganda a sus intenciones se publicaban cartas de hermandad donde se exponían sus intenciones y las indulgencias concedidas a quienes se inscribían. Además, como distintivo de pertenecer a dicha hermandad se utilizaba un escapulario con la cruz trinitaria. También se organizaban procesiones por las cercanías del convento y de la sede de la hermandad para recaudar fondos y recordar las desgracias de los cautivos y desfavorecidos.
 
Estas cofradías se denominaban tradicionalmente de la Santísima Trinidad y algunas añadieron y de la Virgen de Remedio. Clemente VIII, en 1604, reglamentó sus fundaciones, las indulgencias, la elección del confesor... Tras la petición de cuatro o seis personas del lugar, y con la autorización del Ordinario eclesiástico y el consentimiento de la Orden, sólo podía crearse una cofradía por villa o ciudad. Se eliminó la cuota de ingreso y se añadieron indultos e indulgencias sólo para las prácticas espirituales, dejando libertad para establecer la contribución material, sólo con la condición de darla a un superior trinitario.
 
Aunque las indicaciones se hacían de forma general, algunas cofradías adquirían ciertas peculiaridades según las características de la zona y las singularidades de la actividad trinitaria. Posiblemente, así surgió en Málaga la Hermandad del Rescate a finales del siglo XVII.
 
Fresco realizado por Javier Hoyos en el Monasterio de Monjas Trinitarias de Laredo.
En él se puede ver a Juan de Mata redimiendo cautivos en unas mazmorras.

Actualmente la Orden Trinitaria está dividida en siete provincias religiosas y está presente en Italia, España, Francia, Alemania, Austria, Estados Unidos, Canadá, Méjico, Guatemala, Puerto Rico, Colombia, Brasil, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, India, Madagascar, Polonia y Congo.
 
La Provincia del Espíritu Santo se despliega por España-Sur, Argentina, Chile, Perú y Bolivia. Pertenecen a esta provincia española catorce casas situadas en Andalucía, Castilla-La Mancha, Madrid y Roma.
 
El apostolado de los religiosos se estructura en tres grandes áreas: la acción educativa en cinco centros escolares con 2200 alumnos, la actividad ministerial en catorce parroquias, once de ellas en barrios marginales o zonas rurales, y la acción pastoral-social en las capellanías de siete centros penitenciarios, en el "Proyecto Hombre", en la emigración, en la asistencia a enfermos y personas ancianas de hospitales o residencias, y en un comedor popular para transeúntes. Desde 1995 esta Provincia está especialmente comprometida en favor de las víctimas de persecución y martirio, colaborando con Amnistía Internacional y otros organismos internacionales en defensa de los derechos humanos. Pertenece a esta provincia trinitaria el Vicariato de América del Sur, compuesto por diez casas, establecidas en Chile, Argentina, Perú y Bolivia, donde se desarrolla una importante labor de evangelización y de promoción social en cárceles, parroquias, colegios, comedores populares y dispensarios.