En la madrugada del Viernes Santo, cuando ya las tinieblas lo cubren todo, celebramos nuestra más sencilla y a la vez solemne Procesión de nuestra Semana Santa. La ausencia de luz en las calles, una iluminación de cera de hachones y tronos, la falta de música y tambores con la excepción del único tambor destemplado que abre el desfile, el olor a incienso, flores que aromatizan el paso de las imágenes, el rítmico golpeteo de las horquillas sobre el suelo, la respiración entrecortada por el esfuerzo de los portapasos, y como siempre, la infinidad de pequeños detalles con los que los cofrades adornan a sus veneradas imágenes, hacen que esta procesión tenga un ambiente especial que sobrecoge a quien la contempla.
Los participantes en la Procesión se encuentran sujetos a unas normas de riguroso silencio y recogimiento, una seriedad aún mayor de la que habitualmente se muestra en el resto de nuestras Procesiones. Así, todos los participantes en el desfile, han de llevar el rostro cubierto y deben mantener un absoluto y riguroso silencio, acompañado por el del público que alumbra el paso de las imágenes, y la colaboración de los propietarios de locales y negocios que apagan sus rótulos luminosos y alumbrado, al paso de la Procesión.
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Cofradía "Jesús de Medinaceli" |
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Cofradía "Jesús el Nazareno" |
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Cofradía "Cristo del Perdón" |
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Cofradía "Virgen de los Dolores" |
Al final de esta Procesión, se canta la Salve a la recogida de la Virgen que cierra el cortejo procesional.